IGLESIA Y ESTADO EN JALISCO DURANTE LA REPÚBLICA RESTAURADA Y EL PORFIRIATO
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Resumen
A partir del triunfo de la Republica en 1867, sobre el desafortunado imperio de Maximiliano, con el que tan involucrada estuvo la jerarquía eclesiástica mexicana, las relaciones entre Iglesia y Estado fueron adquiriendo ciertas peculiaridades en Jalisco que, sin llegar a ser del todo diferentes a las que predominaron en otras partes del país, sí alcanzaron niveles que las hicieron más complejas y contradictorias, hasta el extremo de convertir esta parte de México en núcleo vital para el intento que más tarde haría la Iglesia de reconquistar de facto privilegios que eran mucho más difíciles de recuperar en el terreno de las leyes.
Pronto se percató el alto clero mexicano de que la oposición frontal y abierta a los liberales triunfantes y a las Leyes de Reforma -aplicadas desde tiempo atrás pero elevadas al rango constitucional en 1873- le acarrearía más prejuicios que utilidades y optó por hacer pública su aceptación al nuevo orden legal. De este modo, ahora tomando el papel de mártir, la Iglesia procuró conservar el respaldo de sus comulgantes, una conducta mucho más sutil que la de antaño.
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