HOMENAJE BIBLIOGRÁFICO PARA EL HISTORIADOR ERNESTO DE LA TORRE VILLAR
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Resumen
CASI EN LA ADOLESCENCIA conocí al maestro Ernesto de la Torre Villar; ya durante la juventud fue mi maestro en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM). Más adelante tuve el honor de participar, a su llamado, de esa generación de bibliógrafos, los últimos investigadores del viejo Instituto Bibliográfico Mexicano fundado a principios del siglo XX por el Dr. Nicolás León y primeros del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la propia Universidad Nacional Autónoma de México.
Llevamos una amistad tan cercana, según me daba igual trato que a sus hijos José Miguel, Alejandro y Rodrigo y a la única mujer de sus vástagos, Beatriz Esperanza, “La Chiquis” y junto a su dulcísima cuánto erudita esposa, la maestra Esperanza Yarza de De la Torre, autora de un excelente libro, Volcanes de México. Pasajes y anécdotas compartimos, inolvidables, más aún cuando mucho nos unió la afición por el deporte: las caminatas de veinte, cincuenta kilómetros, pasear a caballo y andar pueblos y ciudades de norte a sur y de oriente a poniente, divertidos.
Don Ernesto no sólo fue un historiador de gabinete. Gustó del viaje por cualquier medio, preferentemente a pie, para localizar rutas históricas: los escenarios de las campañas militares de Hidalgo y Morelos y de cómo anduvo Juárez con la República trashumante, o de qué manera había tragado sus pueblos hospitales don Vasco de Quiroga, son ejemplos.
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