OTRAS METAMORFOSIS DEL VAMPIRO
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Resumen
Hay una frase, en Drácula, que Bram Stoker deja caer como por casualidad en un capítulo inicial, entre las notas de Jonathan Harker, el agente comercial incautamente enviado al castillo del conde. La frase es: “the old centuries had, and have, powers of their one that mere “modernity” cannot kill”. Creo que — los siglos pasados han tenido y tienen poderes que la “modernidad” no puede eliminar — sería una traducción aceptable. La frase está, decíamos, medio escondida al principio del libro, su voz es sumergida por el tumulto de la acción, pero no sorprendería encontrarla en el final, como un epílogo. Podríamos entenderla así: la modernidad tiene que convivir con algo que moderno no es, con un pasado duro de roer. El pasado en el presente, un trago amargo para un presente “orientado hacia el futuro” (Habermas). Algo, además, que no se deja contemplar en museos, hostil, ominoso, capaz de hacer dudar de la razón misma, que no puede hacerlo propio.
Si nos preguntamos qué entiende Stoker por “modernidad”, corremos el riesgo de encontrar cosas muy trilladas, genéricos actos de fe en la razón, la ciencia, la humanidad. Sus personajes toman trenes, comunican vía telégrafo, tienen oficios ligados a la ciencia, al comercio y a la comunicación, se mueven a sus anchas entre los símbolos del progreso: el libro es de 1897, y pone en escena, para desmentirlo, el optimismo fin de siglo.
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