DESTIERROS

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Gabriela Riveros

Resumen

POR UN MOMENTO AJENO A LOS ESPECTADORES, reinó el silencio dentro del silencio. El director alzó los brazos.


Accidentes


El mensaje


Adentro del cuarto oscuro Helena frota un cerillo. Su rostro claro y avejentado, su cabello de leona entrecano se iluminan. Enciende el cirio. Acerca el cerillo a su rostro para apagarlo.


Y brillan sus ojos de lechuza,.


estanque de arena y sombras


Helena sopla y un hilillo de humo se eleva entre la escasa luz cobriza. El olor a fosforo quemado se esparce por el cuarto. En un rincón, envuelto en una cobija, Alberto, su hijo, ronca con los ojos entreabiertos


Helena se hinca frente a imágenes y estatuillas. Se persigna tres veces, murmura con los párpados cerrados, los dedos entrelazados.


Te ruego por mi niña, por mijita, para que vuelva pronto, por ella, Maripaz, mi chiquita, mi bolita de algodón, por lo que más quieras, mi Señor, por favor, que ya no tarde.


El dolor es una caricia perversa que sacude el estanque de arena y sombras, la voz entrecortada por el recuerdo de su hija.


Tocan a la puerta.


Helena frunce el ceño y vuelve su cabeza.


Y brillan sus ojos de lechuza.


A veces Helena descubre su mirada vasta.

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Detalles del artículo

Cómo citar
Riveros, G. (2023). DESTIERROS. HUMANITAS DIGITAL, (36), 195–204. Recuperado a partir de https://humanitas.uanl.mx/index.php/ah/article/view/1813
Sección
Letras