ONTOLOGÍA DE LA PARODIA. GEORGES BATAILLE Y EL NO SABER
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Resumen
- El juego de la parodia
¿QUÉ DECIR DE UNA OBRA CUYOS DESLIZAMIENTOS continuos se ofrecen en suma como un exceso que bien podría aceptarlo todo, salvo el empobrecimiento que conlleva reducir a una medida común la proliferación de imágenes que la pueblan? Probablemente no haya nada más irritante que pretender ofrecer la lectura de una obra cuya aspiración fundamental sea la de resistirse a la voluntad de sistema, exponiéndola bajo la forma de una articulación cifrada en una unidad que por principio aquella desdeña. Encerrar en una serie de conexiones coherentes el conjunto de inquietudes de un autor que desde un comienzo manifiesta su predilección por la irresolución y la paradoja, implica rebajar los estremecimientos dispersos que enriquecen su escritura a aquella homogeneidad que es ante todo el objetivo central de su renuncia.
Un sistema de pensamiento parte siempre de la inclinación a postular una perspectiva que de manera general abarque un conjunto de cosas que caen pretendidamente en su dominio. Se confía en una jerarquía de ideas que sitúa algunos conceptos como medida común de las cosas, para asumir desde ellos el punto de vista más alto, como si se tratase de un palco cuyo privilegio consiste en mirar de frente tanto el escenario como los rostros que en su proximidad o lejanía sólo observan las cosas desde una perspectiva incierta.
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