GÓNGORA AL OTRO LADO DEL ESPEJO. O LADO DEL ESPEJO. UNA LECTURA DE EL POLIFEMO (ANTECEDENTES Y ADELANTADOS)
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Resumen
Se vislumbran mas no se tocan los caminos y senderos.
Arboledas que devuelven la profusión -húmedo instante- en la
costumbre continuada del domingo.
Don Luis, inclinado sobre la mesa, con hábil mano divide el
mazo y reparte los naipes.
Para todos hay en esta aristocrática flor
donde el asombro, el ingenio y la devoción por el exceso
rompen las fronteras, las seguras murallas de los límites.
Mas el intonso no se sacia con violentar la forma,
va a la esencia misma del quehacer poético. Aristóteles, en la
carrera de la liebre y la tortuga, se ha quedado muy atrás.
Los Felipes asisten crudelísimos al juego de cartas.
El Conde-duque ve desfilar un Homero -por la mano de Lerma
Capellán-
que los Mena y Santillana intuyeron.
No están más el barcelonés ni el toledano,
aunque el filo adjetival de este último continuará por siempre
cortando las picadas espumas
de la amatoria ebullición.
Embrionario centro, el de Garcilaso, cuyo radio sentimental
hizo girar las palabras en combinaciones sorprendentes de
extraña irradiación.
Montes, estrechas hondonadas que el dolor anegó por el
prolongado seguimiento.
La verdura fue descubierta más allá del retablo para florecer
en los desplantes de la amada.
Helado cauce que va arrasando los sortilegios de una amorosidad que enfrenta y
armoniza. Los amantes, nunca juntos,
divisan, en un fugitivo paisaje, los reinos inacabados, fronterizos, de sus
cuerpos.
La espada, al delinear el estigma del deseo, deja escapar el rocío de la cortesía,
humedece el lecho con la rendida retórica de los trovadores.
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