ALFONSO REYES: EL HACEDOR
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Resumen
El trabajo que Alfonso Reyes nos legó, en cuanto aportación y envergadura, en cuanto diversidad e ingenio, en cuanto creación estética e investigación literaria, teórica e histórica, en cuanto poeta en prosa y prosista altamente poético, en cuanto estudioso y en cuanto ensayista, me conduce a pensarlo cercano a la visión que sostuvo Jorge Luis Borges sobre Francisco de Quevedo, que abarcó varios géneros e inauguró tendencias, o como podríamos decir de la propia obra de Borges, gran poeta, gran cuentista, gran ensayista: el Homero del Siglo XX. Más que un hombre, Alfonso Reyes es una literatura. Pero si lo vislumbramos como diplomático, como funcionario y bibliófilo, y más a fondo: como pensador, en cuanto ser que apreció las letras y el arte al grado de formar dos de los más importantes acervos en México en ambos campos, integrando así, en el afán múltiple de su persona, a un edificador de gran parte de las instituciones que hoy conforman el quehacer cultural en México, entonces vuelve la acotación borgeana: Reyes es un hacedor.
Este constante hacer, este principio de creatividad que no diferenciaba la acción escritural de la constancia diplomática, -lo llevó a publicar prácticamente todo lo que escribió, a excepción de los diarios-, lo distingue como una literatura de la inteligencia curiosa y exploratoria de lo moderno.
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